El sol bronceaba las espaldas de millones de turistas que paseaban sin rumbo por la Avenida, mirando taciturnos las tiendas y espectáculos callejeros riendo, comiendo helados y disfrutando del cálido verano. Ella se hallaba sentada a la sombra de un abedul, uno de los pocos que habían conservado en la gran ciudad. Su rostro reflejaba esa faceta soñadora, la cuál tomaba vida propia imaginando historias de transeúntes a los que probablemente nunca más vería.
Sus ojos, azules, mostraban una expresión risueña, abundante de confianza, que era seguida de un número incontable de pecas y de una nariz chata, completando el rostro, de este modo con unos labios en los que no era difícil encontrar una sonrisa.
Había transcurrido varios segundos, o incluso minutos desde que su mirada se encontraba perdida en el suelo, pero no le importaba, no hoy, estaba segura de que no era uno de sus mejores días hasta que descubrió esos ojos verdes profundos posados en ella. Se mostraban interesados, e incluso se atrevió a pensar que algo atraídos hacia su propia mirada.
Él sonríe al captar el asombro que la chica expresa. Acto seguido, se levanta, se coloca unas Ray-Ban de pasta y camina con decisión hasta ella, mientras la suave brisa despeina su cabello semi- largo, que era parte, sin dudarlo, de alguien con gran personalidad.
El nerviosismo comienza a aumentar; ella nunca pensó que esto le sucedería y esa odiosa sensación en en el estómago,de nuevo; mariposas, solían decir, aunque prefería más verlo como murciélagos.
El misterioso chico se arrodilla y le susurra algo al oído y un micro segundo más tarde, parte su camino hacia un lugar donde ella nunca supo que iba.
'' ¿Que le espere?, ¿Hasta cuándo? Y ¿ quién se suponía que era? - se auto-cuestionaba una y otra vez, mas en ese momento, la única respuesta que veía a todas sus preguntas eran unos profundos ojos verdes, mucho más convincentes de lo que nunca llegaría a afirmar.
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