jueves, 11 de noviembre de 2010

I used to collect some memories.

La melodía de la caja de música inundaba la habitación con esa cancioncilla tan peculiar que muy pocas cajas poseían, y si lo hacían, no con el mismo significado que esta tenía para mí.
La diminuta bailarina giraba sobre sí misma haciendo que mi mirada girase con ella, provocando un efecto hipnótico que destapaba recuerdos complejos a la hora de juzgar su valoración.
Las innumerables tardes de invierno eran mi recuerdo favorito. Aquellas en las que la calle parecía un mundo paralelo poblado únicamente de charcos y humedades, que nadie había descubierto.
Amaba sentarme con una taza de chocolate caliente en el alfeizar del ventanal de mi habitación, con la intención de contemplar las infinitas carreras en las que las pequeñas gotas participaban sin presentar objeción alguna.
Raramente encontraba una distracción mejor, pero algo que superaba mi curioso hobbie era sin duda ver como el vaho podía cubrir el empedrado y con él, la entrañable panadería que hacía que conmigo se despertase una sensación de hambruna a las seis de la mañana, de lunes a viernes.
Un rechinar de las bisagras de la puerta provocó un quebrar de mis pensamientos.
- Ellie, no comprendo como puedes soñar sin tan siquiera cerrar los ojos. Pon los pies en el suelo, cuando tengas más edad me lo agradecerás.
-Ya...
Y con el cerrar de la puerta empezó un nuevo despertar que comenzó con la creación de un barquito de papel que navegó calle abajo entre los charcos hasta su propia destrucción.

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